Esta mañana Gisela Hernández Cepeda compartió su historia como mamá de Felipe, un niño de 5 años con diagnóstico de autismo (TEA), quien actualmente no está recibiendo las prestaciones que necesita por parte de su mutual, Unión Personal.
“No vengo a hablar solo por mi hijo. Somos 47 familias de Río Tercero y la región que estamos en la misma situación. Presentamos la documentación en enero y todavía no tenemos respuestas”, expresó con firmeza.
Gisela explicó que Felipe requiere múltiples terapias (psicomotricidad, fonoaudiología, psicología, terapia ocupacional, psicopedagogía e integración escolar) pero ante la falta de autorización por parte de la obra social, muchas de ellas las está pagando de su bolsillo. “Tengo cinco hijos y aun haciendo malabares, no sé cuánto más podré sostenerlo”, agregó.
La situación no es aislada. El grupo de madres denuncia retrasos generalizados, falta de comunicación, ausencia de oficinas locales y respuestas evasivas por parte de la mutual, incluso frente a trámites que llevan meses. Muchas profesionales dejaron de atender porque no cobran desde hace más de tres meses.
Además, hay casos aún más complejos, como el de una madre que debe cuidar a su hijo con hidrocefalia, autismo y parálisis, sin acceso a terapias ni a un transporte adecuado.
“Los chicos no pueden esperar. La inclusión real no es que los reciban en una escuela, es que tengan los recursos para estar allí”, dijo Gisela, y llamó a visibilizar lo que está ocurriendo.
La lucha por el derecho a la salud, a la educación y a una vida digna continúa, y este grupo de madres decidió hacer pública la situación para exigir lo que les corresponde por ley.
“Los derechos están, pero no se están cumpliendo. Y no estamos hablando de lujo, hablamos de lo esencial”, sentenció.