La socia del comercio relató que el robo se desarrolló durante una semana, del 10 al 16 de noviembre, cuando comenzaron a notar movimientos inusuales: salían bolsas y cajas de mercadería sin que hubiera pedidos registrados. La alerta inicial surgió al faltar una caja en la rendición diaria.
Al revisar las cámaras, confirmaron que una empleada que cubría vacaciones sustraía mercadería, verificando cada registro con el sistema para corroborar que no estuviera facturada. El análisis llevó varios días y permitió reunir pruebas antes de denunciar.
Con la denuncia formal en la Unidad Judicial, la Policía actuó rápidamente, concretando un allanamiento y recuperando parte de los productos, aunque equivalentes solo al 5% de lo sustraído. También aportaron DVR, capturas de pantalla y documentación para respaldar la causa.
La mercadería robada incluía hormas de queso, salames, encurtidos y otros productos de alto valor, lo que incrementa la magnitud del daño económico. La comerciante señaló que el monto total podría ascender a millones si se consideran los meses previos en que la empleada trabajó en el local.
La investigación continúa en manos del área judicial y policial, mientras el comercio evita dar más información para no entorpecer el proceso. La empleada ya no trabajaba en el local al momento de descubrirse el hecho, y no hubo contacto posterior para no afectar el procedimiento.
A pesar del impacto, destacaron la colaboración de otros empleados, quienes advirtieron situaciones sospechosas, y remarcaron la necesidad de ajustar controles internos sin perder la confianza en el equipo de trabajo.
